El coche se sitúa en el control de salida, empieza la cuenta atrás: 3, 2, 1, el motor se acelera al mismo ritmo que el corazón del piloto. El comisario da la salida, el coche sale disparado y el copiloto empieza a gritar en una jerga que sólo entienden ellos.
El tramo discurre por parajes idílicos, pero no hay tiempo a fijarse en el paisaje. El ritmo es vertiginoso y el coche devora curva tras curva sin desfallecer. De vez en cuando aparece una curva muy cerrada abarrotada, el piloto balancea el coche y describe la curva en una derrapada controlada, los gritos del público se oyen incluso dentro del coche.