Yo no estuve en Espinaredo.

Cuando se habla de fotografía es habitual encontrarse en la red referencias a Espinaredo. Todos los textos hablan de un lugar mítico, verdadero paraíso para los sensores en el que los fotones se hacen ellos mismos.

Encontrándome en un momento de calma chicha artística en la que las musas inspiradoras parecen haber abandonado mi compañía, me planteo si quizá esta situación sea derivada del hecho de no haber acudido a aquella llamada lejana. Es posible que hoy en día sufra el síndrome de «yo no estuve en Espinaredo» y esté cumpliendo una penitencia impuesta por los dioses y hadas que según los textos antiguos pueblan esas tierras.

Creo que debo enfrentarme a mis demonios interiores y acudir a mi cita con el destino en aquel lejano lugar de las tierras orientales astures. Mentalmente lo tengo todo preparado, la mochila ligera con la herramienta mínima imprescindible. He imaginado una y mil veces la rutina de comprobar que todo está en su sitio, limpio y listo para la acción, como hace un soldado para evitar pensar en el fin último del combate que va a empezar.

Estoy preparado, creo que ha llegado el momento de partir.

UPDATE:
Buscando documentación en la red sobre mi viaje, he encontrado que no soy el único. Un tal Riera ha intentado una empresa similar aunque no con mucha fortuna. Va por ti también, amigo desconocido: